30 de enero de 2009

El árbol más feo

Había una vez un jardín. Estaba rodeado en sus cuatro lados por una cerca que nadie podía pasar ni saltarse. Había poca gente dentro de la cerca. El Portero (quien era también el hortelano que plantó todo el jardín con sus propias manos) tenía un único requisito para dejarte entrar: que jamás volvieras a salir. Algunos farsantes decían que habían formas alternativas para entrar, y muchos les creían y afirmaban estar en el jardín, pero nunca lo estuvieron en realidad. A muchos les parecía ridículo el sacrificio necesario para ser admitido, a pesar de que este jardín era el único lugar donde había árboles que daban tan buen fruto.

arboles

El fruto era perfecto, siempre maduro, a veces difícil de alcanzar pero siempre delicioso. Esto convenció a algunos, así que accedieron a entrar y no volver a salir, pensando que talvez la última parte del trato no era de cumplirse al pie de la letra. Se equivocaron.

arbolseco

Muy cerca del jardín pero aún fuera de la cerca crecía un menudo árbol. Estaba seco, quebrado y su aspecto era feo comparado a todo lo que había en el jardín. Siempre había fruto en sus ramas, y esta facilidad agradaba a muchos; sin embargo, su sabor era muy dulce al paladar, pero al ser tragado, producía tremendos dolores y enfermedad. Los que lo comían seguido morirían al poco tiempo.

Curiosamente (o no) muchos de los que habían entrado al jardín deseaban todos los días comer de este árbol. Se amontonaban en la cerca extendiendo sus manos con gran esfuerzo para alcanzar el rico pero mortal fruto. Ni se molestaban en tratar de alcanzar la fruta dentro del huerto, ya que esto requería un mayor esfuerzo.

En realidad, eran pocos los que alcanzaban probar los frutos de estos hermosos árboles. Tuvieron que trabajar duro para poder saborearlos, pero definitivamente no se arrepienten. Saben que no pueden salir de allí jamás, pero no les molesta ya que tienen todo lo que necesitan en ese jardín.


Sobran las explicaciones. Como cristianos, estamos dentro del jardín. Dios tiene grandes cosas para nosotros, pero no nos las dará hasta que estemos listos. Si, gran sorpresa: ser hijo de Dios no nos soluciona la vida, por lo menos no según la perspectiva del mundo. Dios no es un juguete o una máquina de bendiciones. Él exige un compromiso real.

Así que ¿porque algunos buscan con gran anhelo lo que el mundo ofrece? Esto es a lo que Dios se refiere con la palabra "tibio" en su mensaje a la iglesia de Laodicea:

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Apocalipsis 3:15,16
(RV60)

Es un tipo de cristianismo en el que vas regularmente a la iglesia, con tu Biblia bajo el brazo y con la ropa más bonita. Pero fuera de las paredes de ese edificio no hay nada que te diferencie de alguien que no conoce el evangelio. No eres frío porque sólo cometes "pecados menores", nunca sucede nada que te pueda catalogar como una persona esencialmente "mala". Pero tampoco eres caliente. No te importa lo que un pastor pueda decir, o peor aún, lo que Dios quiere que aprendas por medio de la lectura de la Palabra y la oración. Pasión por Jesús no significa nada para ti. Estás en ese horrible punto medio: tibio, tratando de alcanzar desde detrás de la cerca el fruto del pecado. Quizá nunca estuviste realmente dentro del jardín.

Bueno, sólo quería decir eso, no porque esté exento de pecado, sino porque ese es el ideal, y nunca me cansaré de tratar de alcanzarlo, aunque mi humanidad me haga caer, sólo para levantarme otra vez. Deja tus comentarios y calificaciones. Gracias y buenas noches.

1 comentario:

  1. acuerdate de que Dios siempre estará contigo, en las buenas y en las malas.
    Y cuando tengas un mal fruto, no importa porque algo bueno luego pasará...
    De eso estoy muy segura.

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