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6 de julio de 2009

Las Preguntas de un Camello

Un día un camello bebé le pregunta a su mamá:
-"Mamá, ¿por qué tengo los tres dedos de los pies tan grandes?"
Su madre le contesta:
-"Están para que no te resbales en la suave arena cuando caminas por el desierto".
-"Pero entonces, ¿por qué son tan largas mis pestañas?"
-"Para evitar que, mientras vas por el desierto, entre la arena en los ojos".
-"Y entonces, ¿la joroba en la espalda?"
-"Eso es para almacenar agua, para cuando cruzamos el desierto".

El camello bebé se detuvo unos instantes para pensar, y le dice:
-"¡Magnífico!... porque no me resbalo gracias a los pies grandes, no me entra la arena a los ojos gracias a mis largas pestañas, y puedo guardar agua en mi joroba. Pero mamá..."
-"¿Si, hijo?"
-"¿Porque estamos en el zoológico?"

Es una pregunta que todos nosotros deberíamos plantearnos. A pesar de haber recibido todos los recursos necesarios para predicar la Palabra de Dios en todo el mundo, a pesar de tener todas las condiciones para poner por obra la Gran Comisión del Señor Jesucristo, ¿por qué permitimos que estos recursos tan valiosos se pudran dentro de la iglesia? Es hora que tomemos el evangelio y ¡salgamos al mundo a predicar la salvación de Jesús! en vez de sólo venir a la iglesia a escuchar la Palabra.
- [Signos de la vida]/ David Jeremiah

Esto lo leí hace un par de días en mi devocional. Es una forma cómica y sencilla de reflejar la realidad de la mayoría de cristianos. Deja tus comentarios y calificaciones. Gracias y buenas noches.

Hablamos de... Evangelismo

7 de mayo de 2009

Croniquillas Evangelísticas II

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de ir a evangelizar a un a colonia llamada “Cima IV”. El ministerio de evangelismo de la iglesia buscaba establecer un grupo de estudio bíblico en esa colonia, aparte de la pura tarea de ganar almas, así que esta era la segunda vez en dos meses que visitábamos el lugar. Sólo puedo decir que termine el día muy cansado, sucio y con dolor de piernas, pero no prestaba atención a estos detalles porque estaba realmente feliz.

Lo que hizo realmente memorable esta experiencia fue la plática que tuvimos con un hombre mientras caminábamos por esas calles. La señora con la que estaba evangelizando y yo nos topamos con él mientras andaba en su bicicleta. Su aspecto denotaba que estaba relajándose: una camiseta, pantalones cortos y sandalias. Mientras pedaleaba cerca de la entrada del pasaje, su hijo (de no más de seis años) lo seguía en su pequeña bicicleta; y fue allí donde empezamos a hablar.

Cuando rompimos el hielo y le preguntamos si creía en Dios, él dijo:
-No.
-¿Porqué?
-¿Usted sabe de mitología griega? –dijo.
-Sí. –le respondí.
-Pues para mí Jesús no es más que otro de esos hijos de los dioses con las mujeres humanas…

Como habrás notado, el tipo sabía un par de cosas. No iba a dejar que lo envolviéramos en nuestra “forma de pensar”. Para no hacerlo largo, al final de la media hora o más que hablamos con él habíamos tocado temas desde la existencia de Dios hasta la relatividad del bien y el mal. Cuestionaba cada declaración que hacíamos y se negaba a creer en la soberanía de Dios y el destino infernal del hombre. Con cada cosa que decía me daba cuenta que había leído mucho y estaba al tanto de muchas áreas. Desde ese momento supe que pasaríamos un buen rato hablando con él.

Cuando la conversación llegó a su fin nos dimos la mano y nos despedimos con una sonrisa. No, no aceptó a Cristo, y tampoco creo que hayamos cambiado algo en su forma de pensar después de explicarle lo que dice la Biblia. Sin embargo, la semilla está plantada.

El motivo por el que comparto esto es porque realmente me edifico esta plática. En primer lugar, defender mi fe ante este despliegue de “intelecto humano” me hizo afirmarme más en lo que creo. En segundo lugar, creo que gané mucha experiencia en cuanto a la amplia variedad de gente con la que uno se puede encontrar al hablar de Cristo. Hay algunos que simplemente se niegan a creer, pero hay otros que tienen un arsenal de argumentos para defender sus creencias (o no creencias).

Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

1 Pedro 3:14-16
(RV60)

Deja tus comentarios y calificaciones. Gracias y buenas noches.

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18 de enero de 2009

Croniquillas Evangelísticas

La semana pasada tuve la oportunidad de salir en misiones médicas y evangelísticas con un grupo de estadounidenses que vienen a El Salvador todos los años. Obviamente, el idioma es un gran obstáculo tanto en las consultas dentales, médicas y por supuesto, a la hora de compartir el Evangelio, así que algunas personas (su servidor incluido) vamos a estos eventos como traductores.

La mayoría de veces (4 de las 5 a las que he ido) traduzco en el área médica. Realmente me siento gozoso al ayudar a tantas personas a obtener medicina y demás; son pocos los que no salen sonriendo de la consulta. Sin embargo, los mejores momentos los vivo cuando salimos a evangelizar, ya sea casa por casa o con cada persona que llega a la clínica. Escribí esta entrada porque quería recordar un par de experiencias vividas al cumplir con la gran comisión. También me gustaría que dejaras tus comentarios al final de la entrada si alguna vez has hecho algo similar.


A lo largo de los años he aprendido que la persona que comparte las buenas nuevas desarrolla un pequeño papel en un plan enorme. A veces, hablábamos con personas que parecían estar ansiosas por tener una oportunidad de aceptar a Cristo. Obviamente, Dios ya había tratado con ellas anteriormente de diversas formas y nosotros sólo llegamos para ver este fruto germinar. Otras veces, sin embargo,  nos encontramos con gente que no tiene interés en conocer a Jesús o que dice no estar lista para Él. No obligamos a nadie a recibir este regalo, así que nos marchamos sabiendo que al menos la semilla fue plantada. En esas ocasiones, empezamos algo que talvez no veamos terminar.


Muchas veces preguntamos: "Si fuera a morir hoy, ¿adonde iría: al Cielo o al Infierno?" porque así descubrimos quienes tienen la seguridad de ir al Cielo por el sacrificio del Señor. Ocasionalmente nos encontramos con hermanos en Cristo que saben que tienen una morada celestial esperándolos, pero la mayoría de las veces la respuesta es "No sé a donde iría". Sin embargo, recuerdo muy bien a una señora (de unos 70 años) que estaba convencida que iría al Infierno. Nos dijo que no podía leer, por lo que no tenía relación alguna con la Biblia; estaba resignada a ir al Infierno. Ella fue evangelizada por otra persona, por lo que desconozco si ahora es salva, pero este evento me quedó grabado como prueba del gran engaño que es la creencia popular que dice que "haciendo cosas buenas" iremos al Cielo. El perdón de Dios es para todos.


Compartir mi fe con otros me produce un gran gozo pero también me hace crecer. Te animo a hacerlo, no hay nada que se compara al ver a una persona llegar a Cristo. Gracias y buenas noches.

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26 de noviembre de 2008

Nuestra comisión

"Coca Cola... Chevrolet... Compaq... ¿Por qué una soda, un auto o una computadora pueden llegar a ser palabras comunes en lugares que la mayoría de las personas apenas pueden encontrar en un mapa, mientras las buenas nuevas de Jesucristo son un misterio a millones casi veinte siglos después de que las noticias salieron a la luz? ¿Es porque su "producto" tiene un mejor nombre que el nuestro? No es probable. Después de todo, nosotros presentamos a Aquel cuyo nombre es tan majestuoso que llena la tierra (Salmos 8:1). ¿Es porque su "producto" es mejor que el nuestro? No. Tenemos el privilegio de presentar al pan de vida y el agua viva. ¿Es porque su presupuesto es más grande que el nuestro? Quizás. Y todavía, más de $2 mil millones son invertidos en misiones mundiales todos los años. ¿O es quizás porque ellos simplemente están más comprometidos con su comisión que nosotros como cristianos nos comprometemos con la nuestra? Vale la pena reflexionar y para orar sobre esto."

Con esas palabras terminaba mi Biblia "Tu Andar Diario" el devocional introductorio que precedía el relato de uno de los evangelios. Si reflexionamos nos daremos cuenta de cuan cierto es esto.

Un anuncio televisivo en el Super Bowl cuesta $2.7 millones. Es decir que hay gente que paga esa cantidad de dinero para que los espectadores vean un anuncio de cervezas o llantas de auto por 30 segundos. Un vendedor está dispuesto a tocar miles de puertas y llamar a otros cientos de teléfonos para vender su producto. Estos y otros ejemplos forman parte de el día a día, y si somos francos, admitiremos que la publicidad ha hecho efecto en nosotros. Todos conocemos por lo menos dos de las tres marcas mencionadas al inicio de la entrada, no importa sexo, raza, nacionalidad o creencias. Parece que lo único que une al mundo casi literalmente son las marcas multinacionales.

¿Estoy diciendo acaso que el materialismo y la publicidad han derrotado al evangelio? De ninguna manera. Lo que trato de decir es que aquellos comprometidos con llevar las buenas nuevas son muy pocos. La gente realmente entregada a ser luz tanto de palabra como de acción escacéa hoy en día. Aquellos que cumplen con la gran comisión son raros.

Pero, ¿porqué son tan pocos, habiendo tanto cristiano? Porque para muchos el servir a Cristo es sólo un gran chiste barato. El que ama a Cristo sigue su mandamientos (Juan 14:15). Muchos deben cumplir, pero pocos en verdad lo hacen.

¿Significa que todos bebemos ir al otro lado del mundo a una cultura desconocida? No necesariamente. Cumplimos la gran comisión al llevar el evangelio al compañero de trabajo, al amigo de la escuela, al vecino de la casa de en frente. Si Dios ha puesto una carga por un pueblo especial, eres libre de llenar ese propósito; pero el deber fundamental del creyente es compartir la gracia que nos salvó. Demuestras tu amor a el Señor y a tu prójimo cuando te comportas de una forma digna del evangelio (Efesios 4:1).

Así que ánimo. Si estas cumpliendo tu misión sigue adelante; talvez no recibas dinero o felicitaciones, no importa, recibirás la mejor recompensa en el Cielo. Y si no estás cumpliendo empieza de inmediato. Nunca es demasiado tarde para comenzar a servir a tu Señor (a menos que estés muerto o el rapto ya halla ocurrido).

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