7 de mayo de 2009

Croniquillas Evangelísticas II

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de ir a evangelizar a un a colonia llamada “Cima IV”. El ministerio de evangelismo de la iglesia buscaba establecer un grupo de estudio bíblico en esa colonia, aparte de la pura tarea de ganar almas, así que esta era la segunda vez en dos meses que visitábamos el lugar. Sólo puedo decir que termine el día muy cansado, sucio y con dolor de piernas, pero no prestaba atención a estos detalles porque estaba realmente feliz.

Lo que hizo realmente memorable esta experiencia fue la plática que tuvimos con un hombre mientras caminábamos por esas calles. La señora con la que estaba evangelizando y yo nos topamos con él mientras andaba en su bicicleta. Su aspecto denotaba que estaba relajándose: una camiseta, pantalones cortos y sandalias. Mientras pedaleaba cerca de la entrada del pasaje, su hijo (de no más de seis años) lo seguía en su pequeña bicicleta; y fue allí donde empezamos a hablar.

Cuando rompimos el hielo y le preguntamos si creía en Dios, él dijo:
-No.
-¿Porqué?
-¿Usted sabe de mitología griega? –dijo.
-Sí. –le respondí.
-Pues para mí Jesús no es más que otro de esos hijos de los dioses con las mujeres humanas…

Como habrás notado, el tipo sabía un par de cosas. No iba a dejar que lo envolviéramos en nuestra “forma de pensar”. Para no hacerlo largo, al final de la media hora o más que hablamos con él habíamos tocado temas desde la existencia de Dios hasta la relatividad del bien y el mal. Cuestionaba cada declaración que hacíamos y se negaba a creer en la soberanía de Dios y el destino infernal del hombre. Con cada cosa que decía me daba cuenta que había leído mucho y estaba al tanto de muchas áreas. Desde ese momento supe que pasaríamos un buen rato hablando con él.

Cuando la conversación llegó a su fin nos dimos la mano y nos despedimos con una sonrisa. No, no aceptó a Cristo, y tampoco creo que hayamos cambiado algo en su forma de pensar después de explicarle lo que dice la Biblia. Sin embargo, la semilla está plantada.

El motivo por el que comparto esto es porque realmente me edifico esta plática. En primer lugar, defender mi fe ante este despliegue de “intelecto humano” me hizo afirmarme más en lo que creo. En segundo lugar, creo que gané mucha experiencia en cuanto a la amplia variedad de gente con la que uno se puede encontrar al hablar de Cristo. Hay algunos que simplemente se niegan a creer, pero hay otros que tienen un arsenal de argumentos para defender sus creencias (o no creencias).

Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

1 Pedro 3:14-16
(RV60)

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